viernes, 15 de septiembre de 2017

Sobre Mí




Yo, para las formalidades, soy Pamela Lissette Cajal Reyes de Gonzáles; para quien sea mi amigo, soy Pame, Pamcita, Pucca. Tengo 28 años, nací el 12 de Octubre de 1988. Me casé a finales del año pasado y he sido muy feliz con mi decisión. Aún no tengo hijos pero tengo una encantadora y gran familia que siempre me apoya y alienta a seguir cumpliendo mis sueños. 

Soy fruto del amor del Policía, Ramón Cajal, y de la Enfermera, Luz Reyes, de quién años más tarde seguiría los pasos y elegiría, como primera carrera, Enfermería. Crecí viviendo con mis padres y mis abuelos, también mis tíos y primos. Siempre estuve rodeada de personas, nunca me dejaron sola, por eso soy tan apegada a mi familia hoy en día. Recuerdo que cuando era niña me gustaba cuidar a mis primos más pequeños y ayudaba a los niños que sufrían pequeños accidentes en el colegio cuando jugábamos. Quizás desde entonces ya estaba escrito mi destino, la vida me iba dando señales y solo debía prestar atención para saber por dónde debía ir. Solo así entendí que debía de dar un paso a la vez para acercarme más a él, a mi camino, donde me siento a gusto.

Era una niña de ojos grandes y mejillas gorditas, lo sigo siendo aún ahora. Era traviesa como todos los niños chiquitos; sin embargo, mi familia siempre subo trazar las líneas en el lugar correcto. Desde muy pequeña me enseñaron que uno debe de decir la verdad, ser honesto y sobre todo, decir lo que piensa, claro que siempre con el respeto debido, no es necesario recurrir a expresiones fuera de lugar para hacerse escuchar. Esto es algo que me ayudó mucho a lo largo de los años y hoy por hoy me siento contenta de poder decir quien soy, hablar por mí, no siento la necesidad de callarme algo cuando lo puedo decir del modo más amable. 



Hoy en día, y a las casi 29 primaveras que cargo, he construido una versión de mi misma que me hace sentir afortunada y feliz. Entre mis cosas positivas, quizás la más resaltante, y la cual a la vez me ha traído un par de pesares, es mi gran vocación por ayudar a los demás, sobre todo a quienes lo necesitan. Creo que si uno ayuda a los demás no solo aprende, sino también deja un poco de sí mismo en aquello, incluso en las personas y, hoy en día, donde la vida es algo tan impredecible. No deberíamos quejarnos tanto por las rutinas, cuando se rompen abruptamente, es cuando empezamos a valorarlas más. He trabajado en un hospital por varios años, los suficientes como para haber desarrollado este don por ayudar al prójimo. Uno no puede pretender solucionar problemas si primero, no desarrolla un sentido de comprensión que te permita ver la situación no solo desde afuera, pues es fácil ver el camino cuando no se está en la ruta, sino desde la posición del otro.



Soy muy optimista y positiva, eso no quiere decir que no piense en que algo malo pueda pasar pero, si no podemos disfrutar el momento de alegría ¿De dónde sacaríamos fuerzas para continuar en este mundo? Pasan tantas cosas desagradables, muchas de ellas ya no las podemos cambiar, solo debemos de aprender de ello, sacarle el lado positivo. Así podemos hacer que las tragedias se conviertan en experiencias que nutran nuestro ser,
solo así podemos ganarle a la maldad y crueldad, siendo felices, esa es la mejor revancha. Por eso yo elegí vivir sin rencor, con preocupaciones sí, pero con la energía suficiente como para enfocarme en lo positivo y en las posibilidades de solución. 


Me encanta viajar por el interior del país, claro que me gustaría viajar afuera pronto, mientras eso llega, me gusta conocer mi país primero. El Perú tiene tanta diversidad de paisajes y cada lugar tiene una energía especial, única. Deberíamos de viajar cada que tengamos la oportunidad, en mi experiencia eso me ayuda a recobrar energías para mantener mi constancia y ser perseverante. Tomar un respiro para renovarse ayuda a poder volver a la rutina, con muchas ganas de luchar por cumplir nuestras metas y con más ganas de trabajar. 

Como no todo es color rosa, y tampoco quisiera negar que tengo defectos pues es mucho más inteligente reconocer que los tenemos para poder saber cuáles son nuestras claras debilidades e irnos con cuidado para no tropezarnos con nuestros propios pasos. En ocasiones he llegado a confiar mucho en las honestidad de los demás, quizás porque creo que uno debe de dar lo que quisiera recibir de los demás, como el respeto, por ejemplo. Sin embargo, poco apoco me di cuenta que no siempre va a ser así. Uno puede querer el sol todos los días, pero el cielo puede pintarse de gris. No siempre se va a lograr tener todo lo que uno quiere, quizás en un mundo perfecto, pero este no lo es y puede que eso haga tan interesante el vivir. Hay situaciones que nos toman tan por sorpresa que no sabemos cómo reaccionar y el nerviosismo se expone en nuestras acciones, palabras o expresión facial. Me pasa algunas veces, no tener experiencia sobre algo en específico que pareciera estar escrito en chino y por unos segundos creo no poder comprender. Sin embargo, cuando se pasa la pared que te bloquea la visión, uno ya puede ver las cosas con más claridad. Entonces puedes saber en quien confiar, en qué eres bueno, en qué debes de trabajar más.



Lo he mencionado antes, “paredes que te bloquean la visión”, ser apasionado sobre lo que uno cree puede ser un arma de doble filo muchas veces. Cuando el corazón se desata en un mar de emociones, muy pocas veces podemos discernir con claridad, no es bueno tomar decisiones en ese estado. Existen muchos sentimientos que nos pueden bloquear la visión, como el orgullo, la terquedad, la cólera y el miedo, entre otros. Es algo en lo que uno debe constantemente trabajar por dominar, tener una mente más fuerte y, aunque aún tenga momentos que escapan de mis manos, creo que he mejorado y puedo tener más fortaleza para poder calmar mi corazón y poder mantener un equilibrio. 



Aun así, cuando a veces mi mente divaga sobre el futuro, ¿no es normal tener miedo a lo que aún no se sabe? Usualmente pensamos en que puede pasar lo peor, puede que nos ayude a estar preparados pero, en otras ocasiones, pensar tanto solo genera miedos en nosotros. Así pues, yo debo de confesar, que a veces pienso qué tanto pueda lograr en esta nueva etapa de mi vida, donde me aventuro a comenzar una segunda carrera, algo que quizás siempre me apasionó: El uso de las leyes para la defensa del inocente. Justo ahora, donde el futuro del país parece ser un juego de damas chinas y quienes tienen el poder de jugar, no entienden ni su propio idioma. Hay muchas personas que, al igual que yo, pueden desear una oportunidad grande para poder hacer magníficos cambios para nuestro país ¿Por qué debería de pasarme a mí? ¿Tengo lo necesario?. Necesito más experiencia.



No es inseguridad pero siempre se debe tener un poco de miedo al fracaso para poder lograr ser exitoso. Así lo intento yo, pensar en que el fracaso siempre es una posibilidad, una posibilidad que no quiero que me pase, y trabajar para que no me suceda, porque eso está en gran parte en mis manos. 



Frente a estas dudas que invaden mi mente por momentos, intento recordar lo afortunada que he sido al tener tantas oportunidades en mi vida pues valoro lo que es tener un plato en la mesa, hay muchos quienes no pueden tener ni un vaso de agua. He logrado crecer y ser una mujer con valores, con una familia llena de amor. Dios ha sabido poner a las personas correctas en mi camino, cuando digo correctas lo digo en todo el sentido, personas que, para bien o para mal, me han enseñado algo y han hecho no solo una mejor profesional sino también una mejor persona.

La vida es una oportunidad, no podemos desaprovecharla. Cada día, cada nueva decisión, cada nuevo aprendizaje, no podemos ignorar que nos cambia, nos puede mejorar si nosotros lo decidimos. Debí tener mucha suerte desde el instante en que nacía, y esa lluvia de buena fortuna no me ha abandonado ni en los peores momentos. Quizás pude haber tambaleado, incluso caído, pero siempre vuelvo al camino para seguir luchando. Es así que ahora, en el año 2017, pude animarme a iniciar un nuevo camino. Tener la solvencia económica y estabilidad emocional, pues los estudios no son solo cosa de dinero, sino también de decisión y madurez; es por eso que ahora, en este momento, me siento aún más preparada para abordar este viaje.

Ya no soy la muchacha que años atrás entraba ansiosa a su primera clase en la

universidad, quien soñaba con ser enfermera y hacer sentir a sus padres orgullosos de ella. Sigo viviendo en el mismo lugar, viendo a las mismas personas, pero mi universo se amplió, y se seguirá ampliando en cada paso que doy. Desde el simple hecho de ingresar a esta nueva universidad, donde tengo tantas ganas de desarrollar más mi talento en el ámbito jurídico y legislativo, soy muy consciente de que dentro de 3 años, o lo que me tenga que tomar terminar esta aventura, no seré la misma Pamela que está comenzando a escribir su primera entrada en este blog.


Pese a que no puedo controlar todo lo que pase, pues no soy Dios ni planeo serlo, quiero hacerlo. Aún si hay mucha competencia laboral en el país, no importa, yo compito contra mí misma. Incluso si el mundo legislativo en el país parece ser hostil, yo sabré hacerle frente. No importa cuántas veces cambien mi horario laboral en el hospital en el cual actualmente ejerzo como enferma, no voy a abandonar esta carrera. Incluso si hay quienes tienen mucha experiencia a la edad que yo tengo, no me rendiré, no dejaré este sueño incumplido.



Sin saber qué pase en el futuro; aun si las personas que imagino que estarán en las fotografías de mi graduación no logran hacerlo, yo no me voy abandonar en este sueño. Aprendí que lo mejor que puedes hacer por honrar a quienes no están más aquí, es hacerlos sentir orgullosos de lo que dejaron en mí, porque todos dejamos un poquito de nosotros en quienes amamos y es así como la cadena de amor y constante lucha se ha ido pasando entre mi familia, entre mis amigos más cercanos, entre aquellas personas que más amo. Por eso, inclusive si la vida va a ponernos límites y temores en frente, creo que podemos lograrlo si aguantamos, soportamos o si nos caemos nos levantamos, porque siempre habrá una nueva oportunidad con cada nuevo sol que se levanta cada día.

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